Bola de Fuego
Es una de las creencias más populares del llano y podría decirse que no existe un llanero que no haya escuchado hablar de ella. Algunos habitantes y caminantes que se han tropezado con la bola de fuego tantas veces que ya no le tienen miedo. La bola de fuego es una luz que se desplaza a lo largo de la sabana, dando vueltas como si fuera una rueda. Cuando se ve cerca, fácilmente pueden distinguírsele los ojos, la boca y otras partes del cuerpo como si fuera un esqueleto humano. Dicen que cuando aparece es necesario decirle groserías para que se aleje, de lo contrato se viene encima y quema. Diversas versiones se tejen sobre el origen de la bola de fuego. Unos dicen que se trata de un obispo que por haber pecado anda en pena, otros que fueron dos madres que se pelearon y se lanzaron maldiciones, o el espíritu de una mujer que fue mala hija; o simplemente se trata de espíritus errantes que deambulan en el llano.
La Leyenda de la Sayona
La Sayona se muestra como una mujer delgada, muy elegante y alta; dicen que puede medir tres metros, larga cabellera y largas uñas. Acostumbra a presentársele a los hombres enamorados y que le son infieles a sus esposas. La gente en común la considera como un símbolo castigador de la mala conducta de deslices amorosos.
Otras versiones cuentan que la intención de ésta ánima en pena es atraer a los hombres con dirección al cementerio, sin dejarse ver la cara... cuando le ven el rostro, se dan cuenta que es una calavera.
La Llorona
Cuenta la historia que se trata de una mujer que mató a su hijo porque lloraba mucho: la razón del llanto del niño era una enfermedad que le aquejaba. Cuando la mujer lo mató, su marido le echó una maldición diciendo que sería condenada a andar por el llano con el hijo a cuestas y llorando su destino. La mujer afligida por el pecado cometido y angustiada por la condena, se suicidó. Su alma en pena deambula por todos los rincones del llano. La presencia de este espanto se detecta por espeluznantes llantos que generalmente se oyen en épocas de Semana Santa, sobre todo donde hay niños llorando. Se ha dicho que muchas personas solían oírla con frecuencia en los caseríos, cementerios y lugares solitarios, siempre en horas de la noche, casi nunca visible a los humanos. El comentario de la gente es que cuando los perros aúllan en la oscuridad de la noche es porque La Llorona anda rodando.
Otras versiones, también del Llano, contadas por balseros del río, dicen que la llorona se la pasa recorriendo las orillas buscando los restos de un hijo que mató hace mucho tiempo. Por su crueldad fue castigada por Dios y condenada a llorar por el resto de su vida hasta encontrar el último hueso de su bebé. Las abuelas cuentan que a la llorona solamente le falta encontrar un huesito (la falange del dedo meñique de la mano derecha) para que termine su pena.
El Silbador o
Silbón
Se dice que es el espanto de un hombre parrandero y mujeriego que murió solo y abandonado y busca la compañía de alguien que cabalgue a altas horas de la noche por los senderos de la llanura. Otros dicen que persigue a las mujeres en estado de embarazo. Emite un silbido largo y agudo espeluznante y que hace sentir un frío intenso, que congela.
El Duende
Es un espíritu burlón que persigue a las mujeres, especialmente a las muchachas bonitas. Sólo se deja ver de las mujeres a quienes persigue y se les presenta en forma de un niño que hace toda clase de muecas, les tira objetos pequeños y les propone amores. A las que acceden, les lleva frutas. Al duende hay que decirle toda clase de groserías y de esa forma se retirará definitivamente. También se va si se toca música de cuerda porque se dice que así se acuerda de la música celestial.
Las dos hermanas
La leyenda habla de un hombre blanco que enamoró y se casó con dos indígenas hermanas que vivían en una aldea. Las jóvenes tenían varios hermanos que vivían con el resto de la familia en una comunidad ubicada a un día de camino y cada vez que iban a ver a sus hermanas, les pedían que fueran a visitar a sus padres; pero a pesar de la insistencia de ellos y del hombre blanco, las dos hermanas nunca regresaron a su aldea natal; ni siquiera cuando murió el padre. Cuando les dieron la noticia de la muerte, pensaron que se trataba de una mentira para convencerlas a ir la otra aldea.
Al cabo de cuatro años los indígenas, según la tradición, fueron a trasladar los restos del padre, un ritual de esta etnia que se realizaba cada vez que un grupo se trasteaba a otra aldea. Aún así, las hermanas seguían empeñadas en no regresar; pero la familia creía que el motivo era el esposo que no las dejaba. Sin embrago, el hombre blanco asistió a la ceremonia y los hermanos, embriagados con yaraque y chicha decidieron cortarle la cabeza al blanco. Su alma de inmediato se trasladó a la aldea de las mujeres, les contó lo que acababa de pasar y las convirtió en tonina (delfín rosado) y manatí.
por que no hay mitos
ResponderEliminarpopo
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